Cuando hemos construido nuestra casa espiritual a través de nuestra participación en la conciencia, somos congruentes con nuestra luz espiritual interior y como resultado, nuestra experiencia de vida es mucho más pacífica, satisfactoria y fácil. A medida que nos alineamos más y más con nuestra verdadera esencia interna, la alquimia espiritual transpira e irradia una nueva emanación externa del ser. Este proceso conduce a un cambio directo en nuestro sentido del yo, que en última instancia cambia nuestros objetivos y donde ponemos nuestra atención como una prioridad. En este momento, muchos de nosotros estamos experimentando un cambio de valores, un cambio de enfoque y atención, un cambio de ideales y prioridades. Estamos siendo separados de las distracciones externas y se nos están dando patrones de retención, para llegar a una mayor claridad interna.
La paradoja inherente a conocer el verdadero ser interno, es que somos conducidos a la experiencia del conocimiento directo de que estamos completamente conectados a la Fuente Divina y, por lo tanto, conectados a todas las cosas. Tenemos que conocernos a nosotros mismos para conocer a Dios. No somos independientes sino interdependientes con toda la vida. Sin embargo, debemos ser independientes o ser dueños de nuestro poder personal, para aprender a ser interdependientes o expresar unidad y armonía con la vida. Entonces, la revelación del ser interno, una vez definido a través de muchas experiencias, finalmente expresa la verdadera Unidad con Todas las cosas. Debemos tener conocimiento de quiénes no somos, para tener la revelación directa de saber quiénes somos realmente. Esto requiere enfrentar la oscura resistencia dentro de nosotros y en nuestra realidad externa, cara a cara con honestidad. Muchas personas se enfrentan a la oscura resistencia de los miedos y los bloqueos energéticos con la negación y esto frena su crecimiento personal. Están destinados a repetir la experiencia dolorosa una y otra vez. Este tiempo requiere nuestra participación consciente y nuestra madurez espiritual desarrollada para aceptar las circunstancias como son, por encima de nuestra propia comodidad personal. Ser transparente sin resistencia a las circunstancias atenuantes, como la aparición de oscuridad externa o injusticia en el mundo, es la forma más efectiva de realizar la alquimia espiritual que transforma patrones difíciles y dolorosos en una resolución y claridad más alta.
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