El sistema de creencias generado en la cultura de la muerte es que usted es la víctima o el victimario, por lo que es mejor que haga lo que sea necesario para estar en los peldaños superiores de la escalera de la jerarquía, para que no sea sometido a lo que les sucede a aquellos en los peldaños inferiores. La cultura de la muerte aplaude y recompensa a esas organizaciones, que se benefician enormemente del sufrimiento de aquellos en la jerarquía inferior. Múltiples negocios de miles de millones de dólares basados en pornografía infantil, esclavitud sexual o explotación de formas de violencia o deshumanización, que sirven a los objetivos globales del Contolador, parecen escapar fácilmente del escrutinio público, la responsabilidad o el enjuiciamiento legal. La manifestación de la cultura de la muerte se evidencia en la extremadamente baja calidad del bienestar humano que afecta a nuestra sociedad global, en la alta incidencia de pobreza, esclavitud, drogadicción, violación, tráfico de niños, pedofilia, depresión, angustia, suicidio y asesinatos en masa. La cultura de la muerte se ha convertido en la dinámica central que subyace en la estructura del Controlador, es la influencia dominante detrás del orden social global. Este orden social antihumano hace girar las narrativas de los principales medios de comunicación para obtener la plena aceptación del público. La cultura de la muerte es la moneda del poder que está detrás de muchas industrias mundiales que difunden estilos de vida destructivos.