El Cuerpo Espiritual es la función de la mente superior del observador, consciente de formar conceptos y hacer evaluaciones. Es la conciencia del principio de la mente superior la que llega a conclusiones y decisiones neutrales basadas en experiencias acumuladas. Cuando el espíritu controla el sistema nervioso del cuerpo, hace posible la acción de la conciencia. Un ser humano es responsable de sus acciones y debe elegir con una conciencia clara, ya que es la inteligencia espiritual superior la que da su consentimiento decisivo. Cuando el espíritu no está conectado, permite el consentimiento con fuerzas oscuras, que muchas veces se aprovechan de esa persona. Cuando no somos conscientes de nosotros mismos ni somos perspicaces, podemos volvernos consustanciales a las fuerzas oscuras que dominan nuestro consentimiento. Es por eso que construir la intención, el consentimiento y la autoridad correctamente es de vital importancia. Esta acción construirá el cuerpo espiritual y alineará el consentimiento a los reinos superiores de la conciencia.
El cuerpo solo es consciente de los contenidos del alma cuando está conectado a esta. Esto es lo mismo que cuando el cuerpo físico está desconectado del Alma, la mente consciente no la recuerda o la desconoce (no puede sentir el alma).
Cuando los aspectos del Alma se fragmentan y se hunden en las capas más bajas de percepción, entran en una zona de peligro. Cuando el Alma se separa de su cuerpo espiritual superior y se hunde continuamente en la dimensión más baja, se fusionará en las áreas donde la inconsciencia personal y colectiva comienzan a fluir juntas. Cuando se produce esta fusión con el inconsciente colectivo, los cuerpos oscuros, caóticos y sombríos comienzan a emerger y multiplicarse. El aspecto del Alma entra en el reino de los Inframundos, que son las esferas de la inconsciencia colectiva. Este es el reino caótico de las jerarquías demoníacas y creaciones grotescas.