El poder del dinero está actualmente bajo la influencia o en manos de las fuerzas [ocultas adversas] y los seres del mundo vital. Es debido a esta influencia que nunca ve que se gaste dinero en una cantidad considerable para la causa de la Verdad. Siempre se extravía, porque está en las garras de las fuerzas hostiles y es uno de los principales medios por los que mantienen su dominio sobre la tierra. El control de las fuerzas hostiles sobre el poder del dinero está organizado de manera poderosa y completa y extraer algo de esta organización compacta es una tarea sumamente difícil. Cada vez que intente sacar un poco de este dinero de sus actuales custodios, tendrá que emprender una feroz batalla. Y, sin embargo, una señal de victoria en algún lugar sobre las fuerzas adversas que controlan el dinero haría posible la victoria simultánea y automáticamente también en todos los demás puntos. Si en un lugar cedieran, todos los que ahora sienten que no pueden dar dinero a la causa de la Verdad experimentarían repentinamente un gran e intenso deseo de dar. No es que esos ricos que son más o menos instrumentos en manos de las fuerzas vitales sean reacios a gastar; su avaricia sólo se despierta cuando no se tocan los deseos e impulsos vitales.
Porque cuando se trata de satisfacer algún deseo que consideran propio, lo gastan fácilmente; pero cuando se les llama a compartir su comodidad y los beneficios de su riqueza con otros, entonces les resulta difícil desprenderse de su dinero. El poder vital que controla el dinero es como un guardián que guarda su riqueza en una gran caja fuerte siempre bien cerrada. Cada vez que se pide a las personas que están a su alcance que se deshagan de su dinero, hacen todo tipo de preguntas cuidadosas antes de que consientan en abrir sus carteras, aunque sea un poquito; pero si surge en ellos un impulso vital con su demanda, el guardián se alegra de abrir de par en par el cofre y el dinero fluye libremente. Comúnmente, los deseos vitales que obedece están relacionados con los impulsos sexuales, pero también muy a menudo cede ante el deseo de fama y consideración, el deseo de comida o cualquier otro deseo que esté en el mismo nivel vital; todo lo que no pertenece a esta categoría es cuestionado y examinado de cerca, admitido a regañadientes y, al final, la mayoría de las veces se niega la ayuda.