
La verdad real no puede ser discernida ni reconocida por la mente inferior o el cuerpo físico que está nublado con percepciones del deseo. Solo a través de la inteligencia espiritual superior puede reconocerse la verdad interna, cuando nos hemos retirado de todo lo material que gobierna nuestros deseos. Si permitimos que el mundo material nos hunda en el lodo de la confusión, engaña nuestra percepción sensorial y no podemos alcanzar nuestro verdadero ser. La naturaleza inferior de la oscuridad interna y los demonios internos del deseo deben ser conquistados y asesinados. A través de la muerte voluntaria de la mente de depredador, desalojamos a los espíritus negativos que viven en las Casas del Ego que nos llevan a sus adicciones. Este es el significado de la esclavitud a los pensamientos negativos del ego, que nos obligan a estar al servicio de los deseos. Cuando elegimos ser liberados de la esclavitud del ego negativo, somos guiados a fusionar nuestra Alma con su Espíritu para que la divinidad superior dentro de nosotros pueda unirse y ascender.
El Alma Humana Colectiva está situada en la encrucijada de la iniciación planetaria, siendo invitada a retirarse de los sistemas de creencias que promueven los deseos de base individuales, que luego crean un tremendo caos y agitación. Cada individuo debe elegir entre los deseos y valores del mundo material o el orden y los valores divinos superiores del mundo espiritual interno y eterno. Cuando una persona retira sentimientos que quieren mantener los deseos en la construcción de la realidad material, comienzan a abrirse nuevos valores en el mundo interior que reemplazan a los anteriores. El Corazón y el Alma funcionan como uno. Requieren cuidados amorosos y nutrición para enfocarse en sus cualidades inherentes para que puedan crecer. Cuando nos enfocamos en el Corazón y el Alma, estamos asignando valor al sustento de estos , sobre los deseos básicos individuales. A medida que nos enfocamos en nuestro mundo interior y continuamos conectando profundamente con nuestra Alma y Espíritu, nos veremos obligados a renunciar a nuestros deseos básicos.
Aprender a reconocer la diferencia cualitativa entre el deseo básico y la inspiración divina es el objetivo de todo buscador de la verdad. El Corazón y el Alma están llenos de pasión creativa, y cuando un Alma es pura, esa sensación se experimenta en la alegre inspiración divina. Mientras que los deseos básicos son lo contrario de la inspiración divina. Divagan en sensaciones de antojos poco saludables, necesidad, dependencias, adicciones, celos, lujuria etc. Comprometerse a actuar sobre los deseos básicos sin discernir su calidad, divagará la conciencia de una persona hacia una escasa conciencia de sí mismo donde se multiplican la lujuria, la venganza, la codicia, la envidia, la gula, la pereza y la autoimportancia. Todas estas son fuerzas depredadoras y sus cualidades deben estudiarse para evitar que destruyan nuestra mente, cuerpo y espíritu.