La amígdala está involucrada en las respuestas autónomas que cuando es estimulada se asocian con el miedo, memoria, reacciones emocionales y secreciones hormonales. La estimulación negativa de la amígdala es responsable del condicionamiento autónomo del miedo en el cual los circuitos cerebrales cambian y forman nuevas asociaciones de memoria. La hiperactividad de la amígdala se asocia con el miedo debilitante, pánico y trastornos de ansiedad como el trastorno obsesivo compulsivo y el estrés postraumático. Al observar el panorama global de hoy, es evidente que tenemos una epidemia de trastornos de miedo y ansiedad, que han resultado en una población sobremedicada y deprimida.
Para obtener control sobre los pensamientos en el cerebro humano individual, los Controladores han utilizado una variedad de tecnologías electromagnéticas para transmitir frecuencias extremadamente bajas para controlar el cerebro. La estimulación negativa hacia el parasitismo depredador que se dirige a provocar reacciones emocionales negativas y que se dirige a la amígdala para transmitir miedo e implantes relacionados, ambos bloquean el acceso del cerebro a emociones más elevadas y a una percepción de conciencia expandida.
La función de la amígdala está dentro del sistema límbico y está conectada a nuestras experiencias emocionales y funciones instintivas. Si una persona tiene poca inteligencia emocional, incapacidad para controlar los impulsos instintivos y falta de empatía, hay factores ambientales que transmiten señales artificiales al cerebro que también influyen en estos impulsos. Cuando se estudian los estados emocionales se observa que la fractura del trauma emocional tiene relaciones directas con la gravedad de la fractura del alma.