Uno de los mas grandes misterios espirituales se enfoca en la glándula pineal "el asiento del alma" según Descartes, el tercer ojo de las tradiciones orientales,la glándula que secreta DMT y la cual parece exhibir una extraña conexión en los procesos de la muerte y reencarnación.
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es único, todo tu cuerpo estará lleno de luz.-Mateo 6:22.
Los fuegos siempre están jugando alrededor de la glándula pineal pero cuando el kundalini los ilumina, por un breve momento el universo entero se hace visible.-Madam Blavatsky.
Desde la antigüedad la glándula pineal ha sido objeto de la más alta especulación metafísica. Considerada como un tercer ojo o un misterioso ojo espiritual, es uno de los centros anatómicos principales a los que se dirigen el yoga tántrico y otras disciplinas místicas en el afán de abrir o activar una percepción sutil y, al provocar un estado de expansión de conciencia, unir al practicante con la divinidad o los principios universales. En el esoterismo la glándula pineal es el vínculo entre los estados objetivos y subjetivos de conciencia o, en términos exotéricos, entre los mundos visbles e invisibles de la naturaleza.
Esta especulación (que en las tradiciones ocultas seguramente es acompañada de una serie de experimentos de anatomía teúrgica) ha sido revivida en la actualidad con el descubrimiento de que la glándula pineal secreta DMT (un poderoso enteógeno endógeno) y una misteriosa coincidencia encontrada por el doctor Rick Strassman: esta glándula se forma a partir de la séptima semana dentro del feto (el mismo momento en el que se identifica el sexo); son también exactamente 7 semanas o 49 días los que se dice que tarda un ser humano en reencarnar según el Libro tibetano de los muertos (Bardo Thödol), la gran autoridad en escatología que tiene el budismo.
Empotrada en el centro del cerebro, con forma de cono de pino, este pequeño órgano del sistema endócrino es responsable de producir melatonina a partir de la serotonina y dimetiltriptamina (DMT), una sustancia psicodélica endógena que está presente en pequeñas cantidades en buena parte de las especies del planeta (que tiene un precursor, como la serotonina, en el aminoácido triptofano), entre otras hormonas que emulan neurotransmisores. Su estructura, conformada por células muy similares a las de la retina, es considerada vestigio de un tercer ojo primitivo y en algunos reptiles este "ojo parietal" sigue funcionando como fotorreceptor. Estudios muestran que la glándula pineal es especialmente sensible a los campos magnéticos y su secreción de diferentes hormonas es mediada por la luz o la oscuridad a la cual es expuesta --la serotonina se incrementa con la luz y la melatonina necesita de la oscuridad (Strassman teoriza que el DMT podría ser generado naturalmente si se pasa mucho tiempo sin exponerse a la luz).
Alrededor de 1630, René Descartes escribió su famosa hipótesis sobre la glándula pineal como el "asiento del alma". El padre del racionalismo explica: "este peculiar lugar de la residencia del alma es el Conarium, o Glandula Pinealis, un cierto núcleo que semeja un cono de pino, ubicado entre los ventrículos del cerebro", y dice que la razón por la cual este es el asiento del alma es "porque esta parte del cerebro es singular y sólo una". Añade el filósofo francés que los más inteligentes no son los que tienen una glándula pineal más grande sino una más móvil, en esto coincidiendo con la versión ocultista que sugiere que la glándula pineal se activa por el movimiento --una especie zumbido-- de la energía que es representada por la serpiente kundalini. Pese a que para algunos la idea de Descartes parece tener una extraña claridad intuitiva, en su época y posteriormente esta conjetura le ha ganado el escarnio de sus colegas.
Manly P. Hall en Man: Grand Symbol of the Mysteries nos dice que la glándula pineal corresponde a la sefirá de Kether, la corona, la unidad divina que contiene a todas las cosas, y es El Ojo que Todo lo Ve de los masones, el Ojo de la Providencia, el Ojo Único de las escrituras [Mateo 6:22] y también el Ojo de Horus y el Ojo del Cíclope (los titanes griegos que evocan un estado primigenio o de una humanidad previa, que supuestamente tenía acceso a una percepción directa del cosmos como realidad interna).
Sugiero que la fuerza vital del individuo entra al cuerpo a través de la pineal 49 días después de la concepción y se libera a través de la glándula pineal en la muerte. Este período prenatal de 49 días corresponde a las primeras señales del tejido pineal fetal, la diferenciación de las gónadas en masculino y femenino y el intervalo de tiempo entre la muerte de un individuo y la reencarnación de su alma según el budismo tibetano. Sugiero un modelo metafísico en el que los impulsos biológicos, psicológicos y espirituales existen en una tensión dinámica con esta glándula espiritual.
En el caso del budismo tibetano son 49 días también los que se suele mantener el luto, el cual consiste, entre otras cosas, en rezarle a los muertos oraciones y mantras del Libro tibetano de los muertos, bajo la creencia de que el compuesto psíquico de la persona fallecida vaga por el mundo intermedio (el bardo) en búsqueda de la liberación que encuentra su vehículo en la Luz Clara (ösel), una luz que es la conciencia misma. Se cree que las oraciones pueden servirle como una guía para unirse con esta luz que es la realidad más allá de la ilusión del samsara o el ciclo de muerte y renacimiento.
El viaje por el bardo consta de siete niveles, los cuales duran cada uno 7 días y en los cuales el individuo se ve enfrentado a diferentes estratos de visiones, algunas más terroríficas que otras (suelen aparecer las iracundas deidades tántricas en una región similar a lo que en otras tradiciones se conoce como el astral o el mundo del deseo). Se dice que si el individuo es capaz de distinguir estas visiones como meras proyecciones de su mente o reflejos de sus actos y pensamientos pasados, entonces ocurre una purificación y puede alcanzar la liberación. Si esto no se logra, entonces, el Bardo Thödol narra una inquietante secuencia en la que la atención del individuo, que vaga en un caliginoso mundo de espectros y deseos, es atrapada por una imagen irresistible y abominable: una pareja que tiene sexo. El individuo se identifica con esta cópula interdimensional y se echa a andar el proceso de renacimiento en el rayo de la inseminación.