Artista: Atey Ghailan
“Cuando tu mente cambia, toda tu vida debe cambiar con ella. Si crees cosas nuevas, debes vivir de una manera nueva en armonía con esas creencias”.~ Manly P. Hall
Nuestro objeto es cambiar a la naturaleza divina, pero la naturaleza divina no es una condición mental o moral sino espiritual, difícil de lograr, difícil incluso de concebir por nuestra inteligencia. El primer paso de este largo camino es consagrar todas nuestras obras como sacrificio a lo Divino en nosotros y en el mundo; esta es una actitud de la mente y del corazón, no demasiado difícil de iniciar, pero muy difícil de hacer absolutamente sincera y omnipresente. El segundo paso es renunciar al apego al fruto de nuestras obras; porque el único fruto verdadero, inevitable y completamente deseable del sacrificio, lo único necesario, es la Presencia Divina y la Conciencia y el Poder Divinos en nosotros, y si eso se obtiene, todo lo demás se agregará.
Esta es una transformación de la voluntad egoísta en nuestro ser vital, nuestro alma de deseos y nuestra naturaleza de deseos, y es mucho más difícil que la otra. El tercer paso es deshacerse del egoísmo central e incluso del sentido del ego del trabajador. Esa es la transformación más difícil de todas y no se puede hacer perfectamente si no se han dado los dos primeros pasos; pero estos primeros pasos tampoco pueden completarse a menos que el tercero venga a coronar el movimiento y, por la extinción del egoísmo, erradique el origen mismo del deseo. Solo cuando el pequeño sentido del ego es desarraigado de la naturaleza, el buscador puede conocer su verdadera persona que está por encima como una porción y poder de lo Divino y renunciar a toda fuerza motriz que no sea la voluntad Divina”. - La Síntesis del Yoga, Capítulo XI, El Maestro del Trabajo