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La parábola del carruaje

Actualizado: 14 nov 2021


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Esta imagen representa las características del hombre. El cuerpo físico está representado por el carruaje; los caballos representan sensaciones, sentimientos y pasiones; el carruaje es el conjunto de las facultades intelectuales, incluida la razón; la persona sentada en el carruaje (conductor) es tu alma. En su estado normal, todo el sistema se encuentra en perfecto estado de funcionamiento: el conductor sujeta firmemente las riendas en sus manos y conduce los caballos en la dirección indicada . Sin embargo, no es así como suceden las cosas en la inmensa mayoría de los casos. En primer lugar, el alma (conductor) está ausente o dormido. Todo está en mal estado: los ejes no están engrasados ​​y rallan; las ruedas están mal fijadas; el eje cuelga peligrosamente; los caballos, aunque de raza noble, están sucios y mal alimentados; el arnés está gastado y las riendas no son fuertes. El carruaje está descompuesto y el conductor está cansado, sus manos se han deslizado hasta las rodillas y apenas sujetan las riendas, que pueden caerse de ellas en cualquier momento. Sin embargo, el carruaje sigue avanzando, pero lo hace de una manera que no presagia felicidad. Abandonando el camino, va rodando por la pendiente de tal manera que el carruaje empuja ahora a los caballos, que no pueden retenerlo. El conductor, dormido profundamente, se balancea en su asiento con riesgo de caerse. Obviamente, un destino triste le espera.


Esta imagen proporciona una analogía muy apropiada para la condición de la mayoría de los hombres, y vale la pena tomarla como objeto de meditación. Sin embargo, la salvación puede presentarse. Otro conductor, éste bastante despierto, puede pasar por la misma ruta y observar al carruaje en su triste situación. Si no tiene mucha prisa, quizás se detenga para ayudar al conductor que está en apuros. Primero ayudará a los caballos a evitar que el carruaje se resbale por la pendiente. Luego despertará al conductor dormido y junto con él tratará de llevar el carruaje de regreso a la carretera. Prestará forraje y dinero. También podría dar consejos sobre el cuidado de los caballos, la dirección de una posada y un reparador de carruajes, e indicar la ruta adecuada a seguir. Corresponderá después al conductor asistido aprovechar, con su propio esfuerzo, la ayuda y la información recibida. A él le corresponderá a partir de este momento poner todo en orden y con los ojos abiertos, seguir el camino que había abandonado. Sobre todo luchará contra el sueño, porque si se vuelve a dormir, y si el carruaje sale de la carretera una y otra vez se encontrará en el mismo peligro, no puede esperar que el azar le sonría por segunda vez; que otro conductor pasará en ese momento y en ese lugar y acudirá una vez más en su ayuda. ~ de "Gnosis I - El ciclo exotérico" de Boris Mouravieff

 
 
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