Casi todo el mundo estará de acuerdo en que vivimos en una sociedad profundamente molesta. Una de las manifestaciones más extendidas de la locura de nuestro mundo es el izquierdismo, así que una discusión sobre la psicología del izquierdismo nos puede servir de introducción al debate de los problemas de la sociedad moderna en general.
Pero, ¿qué es el izquierdismo? Durante la primera mitad del siglo XX pudo ser prácticamente identificado con el socialismo. Hoy el movimiento está fragmentado y no está claro a quién se le puede llamar propiamente izquierdista. Cuando en este artículo hablamos de izquierdistas pensamos principalmente en socialistas, colectivistas, «políticamente correctos», feministas, activistas por los homosexuales y los discapacitados, activistas por los derechos de los animales.
Pero no todos los que están asociados en uno de estos movimientos es un izquierdista. A lo que intentamos llegar es que no es tanto un movimiento o una ideología como un tipo psicológico, o, mejor dicho, una colección de tipos relacionados. Así, lo que queremos decir con «izquierdista» aparecerá con más claridad en el curso de la discusión de la psicología izquierdista.
Incluso así, nuestra concepción quedará menos clara de lo que desearíamos, pero no parece haber ningún remedio para esto. Todo lo que intentamos hacer es indicar de una manera tosca y aproximada las dos tendencias psicológicas que creemos son las principales fuerzas conductoras del izquierdismo moderno.
Las dos tendencias psicológicas que sirven de base al izquierdismo moderno las llamamos «sentimientos de inferioridad» y «sobresocialización». Los sentimientos de inferioridad son característicos de todo izquierdismo, mientras que la sobresocialización es sólo característica de un determinado segmento del izquierdismo moderno, pero este segmento es altamente influyente.
SENTIMIENTOS DE INFERIORIDAD
Por «sentimientos de inferioridad» no sólo nos referimos a los sentimientos de inferioridad en el sentido estricto, sino a todo el espectro de rasgos relacionados: baja autoestima, sentimientos de impotencia, tendencias depresivas, derrotismo, culpa, autoaborrecimiento, etc. Argumentamos que algunos izquierdistas modernos tienden a tales sentimientos (más o menos reprimidos) y que éstos son decisivos en determinar la dirección del izquierdismo moderno.
Los izquierdistas odian todo lo que tenga una imagen de ser fuerte, bueno y exitoso. Ellos odian la civilización occidental y odian la racionalidad. Las razones que dan para odiar occidente, etc. claramente no coinciden con sus motivos reales. Dicen que odian occidente porque es guerrero, imperialista, sexista, etnocéntrico, pero cuando las mismas faltas aparecen en países socialistas o culturas primitivas, encuentran excusas para ellos o, como mucho, lo admiten refunfuñando, mientras que señalan (y muchas veces exagerando en exceso) estas faltas cuando aparecen en civilizaciones occidentales. Así, está claro que estas faltas no son los motivos reales para odiar occidente: odian occidente porque son fuertes y exitosos.
Palabras como «autoconfianza», «seguridad en uno mismo», «iniciativa», «empresa», «optimismo», etc. juegan un papel muy pequeño en el vocabulario liberal e izquierdista. El izquierdismo es antiindividualista, es procolectivista. Quieren a la sociedad para resolver las necesidades de todo el mundo por ellos, para cuidar de ellos. No es la clase de personas que tienen un sentido interior de confianza en sus propias habilidades para resolver sus propios problemas y satisfacer sus propias necesidades. El izquierdista es antagonista al concepto de competición porque, interiormente, se siente como un perdedor.
Las formas de arte que apelan a los intelectuales del izquierdismo moderno tienden a enfocarse en la sordidez, la derrota y la desesperación o, por otro lado, toman un tono orgiástico, renunciando al control racional, como si no hubiera esperanza de lograr nada a través del cálculo racional y todo lo que ha quedado fuera al sumergirse en la sensación del momento.
Sus sentimientos de inferioridad están tan arraigados que no puede concebirse como un individuo fuerte y valioso. De ahí el colectivismo del izquierdista: sólo puede sentirse fuerte como miembro de una organización grande o un movimiento de masas con el cual identificarse.
Atención a la tendencia masoquista de las tácticas izquierdistas. Protestan tumbándose ante los vehículos, provocan intencionadamente a la policía o a los racistas para que los maltraten, etc. Estas tácticas a menudo pueden ser efectivas, pero muchos las usan, no como medios para un fin, sino porque prefieren tácticas masoquistas. El odio por uno mismo es la característica izquierdista.
Pueden pretender que su activismo está motivado por la compasión o por principios morales, y los principios morales juegan un papel para los izquierdistas del tipo sobresocializado, pero la compasión y los principios morales no pueden ser los principales motivos para su activismo. La hostilidad es un componente demasiado distinguido del comportamiento izquierdista, de igual manera que el impulso por el poder. Además, muchos de los comportamientos izquierdistas no están racionalmente calculados para servir de beneficio a la gente a quienes claman estar intentando ayudar.
SOBRESOCIALIZACIÓN
Los psicólogos usan el término «socialización» para designar el proceso por el cual los niños son entrenados para pensar y actuar como demanda la sociedad. Se dice que una persona está bien socializada si cree y obedece el código moral de su sociedad y encaja bien como parte del funcionamiento de ésta. Puede parecer con poco sentido decir que muchos izquierdista están sobresocializados, desde que el izquierdista es percibido como un rebelde. Sin embargo, la posición puede ser defendida: muchos no son tan rebeldes como parecen.
El código moral de nuestra sociedad es tan exigente que nadie puede pensar, sentir y actuar de una forma completamente moral. Por ejemplo, se supone que no podemos odiar a nadie, sin embargo casi todo el mundo odia a alguien alguna vez, bien se lo admita a sí mismo o no. Alguna gente está tan altamente socializada que intenta pensar, sentir y actuar moralmente, imponiéndose una severa carga. Con objeto de eludir sentimientos de culpa, continuamente tienen que engañarse sobre sus propios motivos y encontrar explicaciones morales para sentimientos y acciones que en realidad no tienen un origen moral. Usamos el término sobresocializado para describir a tales personas. Durante el periodo Victoriano mucha gente sobresocializada sufrió serios problemas psicológicos como resultado de reprimir o del intento de represión de sus sentimientos sexuales. Freud aparentemente basa sus teorías en gente de este tipo. Hoy en día el foco de la socialización se ha trasladado del sexo a la agresión.
La sobresocialización puede conducir a una baja autoestima, a sentimientos de impotencia, al derrotismo, a la culpa, etc. Uno de los más importantes recursos por los cuales nuestra sociedad socializa a los niños es haciéndolos sentir avergonzados del comportamiento o del habla que es contraria a las expectativas de la sociedad. Si esto es excesivo o si un chico en particular es especialmente sensible a tales sentimientos, acaba por sentirse avergonzado de Sí MISMO. .
Deducimos que un segmento muy importante e influyente de la izquierda moderna está sobresocializado y que su sobresocialización es de gran importancia en la determinación de la dirección del izquierdismo moderno. Los izquierdistas del tipo sobresocializado tienden a ser intelectuales o miembros de la clase media alta. Nótese que los intelectuales universitarios, sin incluir necesariamente a los especialistas en ingeniería o la ciencia «dura», constituyen el segmento más altamente socializado de nuestra sociedad y el ala más izquierdista.
El izquierdista del tipo sobresocializado trata de huir de su correa psicológica y reafirmar su autonomía rebelándose. Pero normalmente no es suficientemente fuerte como para rebelarse contra los valores más básicos de la sociedad. Generalmente hablando, las finalidades de los izquierdistas de hoy NO están en conflicto con la moral establecida. Antes bien, la izquierda toma un principio de la moral establecida, lo adopta a su manera y entonces acusa a la corriente mayoritaria de la sociedad de violar ese principio. Ejemplos: igualdad racial, igualdad de los sexos, ayudar a la gente pobre, paz como opuesto a la guerra, generalmente pacifistas, libertad de expresión, amabilidad a los animales. Aún más fundamental, la obligación de la persona de servir a la sociedad y la obligación de la sociedad de hacerse cargo de la persona. Todos estos han sido valores profundamente arraigados de nuestra sociedad (o al menos por mucho tiempo de su clase media y alta). Hay bastantes personas de la clase media y alta que se resisten a algunos de estos valores, pero normalmente su resistencia está más o menos encubierta. Tal resistencia aparece en los medios de masas sólo con una extensión muy limitada. El principal impulso de la propaganda en nuestra sociedad es en favor de los valores declarados. La principal razón de que estos valores hayan resultado, por así decirlo, como los valores oficiales de nuestra sociedad es que le son útiles al sistema industrial-tecnológico. La violencia se desaprueba porque transtorna el funcionamiento del sistema. El racismo se desaprueba porque los conflictos étnicos también lo transtornan, y la discriminación malgasta el talento de los miembros de un grupo minoritario que pueden ser útiles para el sistema. La pobreza debe ser «curada» porque la clase baja causa problemas al sistema y el contacto con ésta abate la moral de las otras clases. Las mujeres son animadas a tener carreras porque su talento es valioso para el sistema y, aún más importante, por medio de trabajos regulares las mujeres están mejor integradas en el sistema y se atan directamente a él antes que a sus familias. Esto ayuda a debilitar la solidaridad familiar. (Los líderes del sistema dicen que quieren fortalecer la familia, pero lo que realmente quieren decir es que procuran que la familia sirva como herramienta eficaz para socializar a los hijos de acuerdo con sus necesidades. El sistema no puede permitir a la familia o a otro grupo social de pequeña escala ser fuerte y autónomo). Estos valores son explícitamente o implícitamente expresados o presupuestos en mucho del material presentado por los medios de comunicación de corriente de opinión mayoritaria y por el sistema educativo. Los izquierdistas especialmente del tipo sobresocializado, normalmente no se rebelan contra estos principios, sino que justifican su hostilidad a la sociedad afirmando (con algún grado de verdad) que esta no está viviendo conforme a ellos.
Ciertamente no postulamos que los izquierdistas, incluso del tipo sobresocializado, nunca se rebelen contra los valores fundamentales de nuestra sociedad. Claramente algunas veces lo hacen. Algunos izquierdistas sobresocializados han ido demasiado lejos hasta rebelarse contra uno de los principios más importantes de la sociedad moderna atrayendo la violencia física. Por su propia cuenta, la violencia es para ellos una forma de «liberación». En otras palabras, cometiendo violencia atraviesan las restricciones psicológicas que han sido experimentadas en su interior. Porque están sobresocializados estas restricciones han sido más limitantes para ellos que para otros; por lo tanto necesitan liberarse de ellas. Pero normalmente justifican su rebelión en términos de valores de la corriente de opinión principal. Si se comprometen en la violencia postulan el estar luchando contra el racismo o algo parecido.
Los problemas del izquierdismo son indicativos de los problemas de nuestra sociedad como conjunto. Baja autoestima, tendencias depresivas y derrotismo no están restringidos a la izquierda. Aunque son especialmente notables en ésta, están extendidos en nuestra sociedad. Y la sociedad de hoy trata de socializarnos a un mayor alcance que cualquier sociedad previa. Incluso los expertos nos dicen cómo comer, cómo hacer el amor, cómo educar a nuestros hijos y así sucesivamente.
EL PELIGRO DEL IZQUIERDISMO
Debido a su necesidad por la rebelión y por ser miembros de un movimiento, los izquierdistas o las personas de tipo psicológico similar son a menudo atraídos por movimientos de rebeldía o activistas cuyos objetivos y miembros no son inicialmente izquierdistas. El resultado de la entrada de izquierdistas puede, fácilmente, cambiar un movimiento no izquierdista en uno izquierdista, por lo que las finalidades izquierdistas reemplazan o cambian los objetivos iniciales del movimiento.
Para evitar esto, un movimiento que exalta la naturaleza y que se opone a la tecnología, debe tomar un acuerdo contra los izquierdistas y debe evitar la colaboración con estos. El izquierdismo está al fin y al cabo en contradicción con la naturaleza salvaje, con la libertad humana y con la eliminación de la tecnología moderna. El izquierdismo es colectivista; está buscando vincular el mundo entero (ambos, la naturaleza y la raza humana) en un todo unificado. Pero esto implica el manejo de la naturaleza y de la vida humana por una sociedad organizada, y requiere tecnología avanzada. No puedes tener el mundo unido sin medios de transporte rápidos y sin comunicaciones, no puedes hacer que todo el mundo se quiera sin técnicas psicológicas sofisticadas, no puedes tener una «sociedad diseñada» sin la base tecnológica necesaria. Además de todo, el izquierdismo está conducido por la necesidad de poder, y el izquierdista requiere el poder en bases colectivistas, a través de la identificación con un movimiento de masas o una organización. El izquierdismo es inverosímil que nunca renuncie a la tecnología, porque la tecnología es una fuente demasiado valiosa del poder colectivo.
Algunos izquierdistas podría parecer que se oponen a la tecnología, pero sólo se opondrán mientras sean intrusos y el sistema tecnológico esté controlado por no izquierdistas. Si alguna vez el izquierdismo dominase la sociedad, por lo que el sistema tecnológico se convirtiera en una herramienta es sus manos, lo usarían entusiastamente y promocionarían su crecimiento. Haciendo esto estarían repitiendo el patrón que el izquierdismo ha enseñado una y otra vez en el pasado. Cuando en Rusia los bolcheviques eran intrusos, se oponían vigorosamente a la censura y a la policía secreta, defendían la autodeterminación de las minorías étnicas, etc; pero tan pronto como tomaron el poder, impusieron una censura implacable y crearon una policía secreta más dura que ninguna de las que existiera bajo los zares y oprimieron a las minorías étnicas al menos tanto como lo hicieron estos. En México, hace un par de décadas cuando eran una minoría en las universidades, los profesores izquierdistas eran los que proponían vigorosamente la libertad académica, pero hoy, en aquellas universidades donde han pasado a ser mayoría, se han visto preparados para quitar al resto la libertad académica. (Esto es «corrección política»). Lo mismo ocurrirá con los izquierdistas y la tecnología: la utilizarán para oprimir a los demás si alguna vez cae bajo su propio control.
En las revoluciones recientes, los izquierdistas más hambrientos de poder, repetidamente, han colaborado primero con los revolucionarios no izquierdistas, tanto como con los izquierdistas de una inclinación más libertaria, y más tarde los han engañado para agarrar ellos el poder. Esto lo hizo Robespierre en la Revolución Francesa, los bolcheviques en la Revolución Rusa, los comunistas lo hicieron en la España de 1938 y Castro y sus seguidores en Cuba. Dada la historia pasada del izquierdismo, sería totalmente necio para los revolucionarios no izquierdistas de hoy el colaborar con estos.
Diversos pensadores han señalado que el izquierdismo es un tipo de religión. No lo es en el estricto sentido de la palabra porque esta doctrina no postula la existencia de ningún ser supranatural. Pero para los izquierdistas, su doctrina juega el mismo papel psicológico que para mucha gente de la religión. La necesidad de creer en el izquierdismo, juega un papel vital en su economía psicológica. Sus creencias no son fácilmente modificables por la lógica o por los hechos. Tienen una profunda convicción de que es moralmente Correcto con una C mayúscula y que no sólo tiene el derecho sino el deber de imponer su moral a todo el mundo. (De todos modos, mucha de la gente a la que nos referimos como «izquierdistas» no piensan en sí mismos como tales y no describirían su sistema de creencias como izquierdismo. Usamos este término porque no encontramos uno más apropiado para designar el amplio espectro de creencias que incluya a los movimientos feministas, a los derechos de los homosexuales, a la corrección política, etc., y porque estos movimientos tienen una fuerte afinidad con la vieja izquierda).
El izquierdismo es una fuerza totalitaria. Dondequiera que esté en una posición de poder tiende a invadir toda parcela privada y fuerza a todo pensamiento a un molde izquierdista. En parte es por el carácter casi religioso de este, todo lo que sea contrario a sus creencias representa el Pecado. Más importante, el izquierdismo es una fuerza totalitaria debido al impulso por el poder de sus seguidores. Busca satisfacer su necesidad por el proceso de poder a través de la identificación con un movimiento social y trata de atravesar el proceso de poder ayudando a perseguir y conseguir las finalidades del movimiento. Pero no importa lo lejos que llegue el movimiento consiguiendo su objetivo, el izquierdista nunca está satisfecho, porque su activismo es una actividad sustitutoria . Esto es, su verdadero motivo no es conseguir las ostensibles finalidades del izquierdismo; en realidad está motivado por el sentido de poder que obtiene luchando por una finalidad social y luego vomitarla. Muchos están motivados también por la hostilidad, pero ésta probablemente resulta en parte de una necesidad de poder frustrada. Consecuentemente, no está nunca satisfecho con lo conseguido, su necesidad por el proceso de poder le conduce siempre a perseguir algún nuevo fin. Quiere igualdad de oportunidades para las minorías. Cuando está conseguido insiste en igualdad estadística de éxito para las minorías. Y mientras alguien albergue en algún rincón de su mente una actitud negativa hacia alguna minoría, tendrá que reeducarlo. Y las minorías étnicas no son suficiente, a nadie se le puede permitir el tener una actitud negativa hacia los homosexuales, la gente discapacitada, gorda, vieja, fea, etc. No es suficiente que el público esté informado sobre los riesgos de fumar, tiene que ser estampado un aviso en cada paquete de cigarrillos, tienen que restringirse o ser prohibidos los anuncios de cigarrillos. Los activistas no estarán nunca satisfechos hasta que el tabaco esté fuera de la ley, y después de eso será el alcohol, después la comida basura, etc. Han luchado contra los brutales abusos a niños, lo que es razonable. Pero ahora quieren parar todo castigo físico. Cuando hayan hecho eso querrán prohibir alguna otra cosa que consideren malsana, luego otra cosa y luego otra. Nunca estarán satisfechos hasta que tengan control total sobre las prácticas de educación de los niños. Y luego se moverán a alguna otra causa.
Supongamos que pides a un izquierdista hacer una lista de TODAS las cosas que están mal en la sociedad y luego supongamos que instituyes todos los cambios que demandan. Es seguro que después de un par de años la mayoría de los izquierdistas encontrarán algo nuevo sobre lo que protestar, algún nuevo «mal» social que corregir porque, una vez más, están menos motivados por la angustia de las enfermedades de la sociedad que por la necesidad de satisfacer su impulso por el poder imponiendo sus soluciones en esta.
Debido a las restricciones emplazadas en sus pensamientos y comportamientos por su alto grado de socialización, muchos izquierdistas del tipo sobresocializado no pueden perseguir el poder de la manera en que lo hace otra gente. Para ellos el impulso por el poder sólo tiene una salida moral aceptable, y esa es la lucha para imponer su moral a todo el mundo.
Algunos lectores pueden decir, «este asunto sobre el izquierdismo es un montón de basura. Conozco a Juan y a María que son izquierdistas y no tienen todas estas tendencias totalitarias». Es completamente cierto que muchos, incluso posiblemente una mayoría numérica, son gente decente que creen sinceramente en la tolerancia de otros valores (hasta cierto punto) y no quieren utilizar métodos arbitrarios para conseguir sus finalidades sociales. Nuestras observaciones sobre el izquierdismo no son por término medio aplicables a toda persona izquierdista, pero sí sirven para describir el carácter general del movimiento. Y este carácter general no tiene que estar necesariamente determinado por las proporciones numéricas de las distintas clases de personas comprometidas en dicho movimiento.
La gente que asciende a una posición de poder en los movimien-os izquierdistas tienden a ser los más ávidos de éste porque el tipo de personas deseosa de poder son aquellas que luchan más duramente para llegar a ellas. Cuando los ávidos de poder han tomado el control, hay muchos izquierdistas de una ralea más moderada que desaprueban interiormente muchas de las acciones de los jefes, pero no pueden oponerse a ellas. NECESITAN su fe en el movimiento, y por no poder renunciar a ésta prosiguen con los jefes. Es verdad, algunos izquierdistas tienen el valor de oponerse a las tendencias totalitarias que surgen, pero generalmente pierden, porque los ávidos de poder están mejor organizados, son más despiadados y maquiavélicos y se han ocupado de construirse una base de poder sólida.
Este fenómeno apareció claramente en Rusia y en otros países en los que tomaron el poder los izquierdistas. De igual manera, antes del fracaso del comunismo en la U.R.S.S., los izquierdistas de occidente raramente criticaron ese país. Si se les pincha admitirán que la U.R.S.S hizo muchas cosas mal, pero después intentarán encontrar excusas para los comunistas y empezarán a hablar sobre los errores del oeste. Siempre se opusieron a la resistencia militar de occidente a la agresión comunista. Los izquierdistas de todo el mundo protestaron vigorosamente por la acción militar de los EE.UU. en Vietnam, pero cuando la U.R.S.S. invadió Afganistán no hicieron nada. No porque aprobaran la acción soviética, sino por su fe izquierdista, simplemente no pudieron resistir oponerse al comunismo. Hoy en aquellas de nuestras universidades donde la «corrección política» se ha convertido en dominante, probablemente hay izquierdistas que desaprueban en privado la supresión de la libertad académica, pero prosiguen con ello de todas maneras.
Así el hecho de que muchas personas izquierdistas sean personalmente moderadas y bastante tolerantes no previene al izquierdismo como conjunto de tener tendencias totalitarias.
Nuestra discusión del izquierdismo tiene una debilidad seria. Estamos aún lejos de aclarar lo que queremos decir con la palabra «izquierdista». No parece que podamos hacer mucho sobre esto. Hoy el izquierdismo está fragmentado en todo un espectro de movimientos activistas. Sin embargo, no todos tienen esta tendencia y algunos movimientos (por ejemplo los medioambientalistas radicales) parecen incluir ambas personalidades, del tipo izquierdista y enteramente no izquierdistas, los cuales deben discernir mejor antes que colaborar con los primeros. Variedades de izquierdistas se convierten gradualmente en variedades de no izquierdistas y nosotros mismos estaríamos a menudo en dificultades para decidir si una persona dada es o no un izquierdista. Hasta el punto de que en absoluto está definida, nuestra concepción está explicada por la discusión que hemos presentado en este artículo, y sólo podemos aconsejar al lector que use su propio juicio para decidir quién es un izquierdista.
Pero será de ayuda el catalogar algunos criterios para diagnosticarlo. Estos no pueden ser aplicados de una manera tajante. Algunas personas pueden reunir algunos de los criterios sin ser izquierdistas, algunos izquierdistas pueden no reunir ninguno de los criterios. De nuevo, sólo tienes que usar tu juicio.
El izquierdista está orientado hacia un colectivismo a gran escala. Enfatizamos la obligación del individuo de servir a la sociedad y la obligación de la sociedad de cuidar del individuo. Tiene una actitud negativa hacia el individualismo. A menudo usa un tono moralista. Tiende a estar por el control de armas, la educación sexual y otros métodos psicológicos de educación «ilustrada», por el planteamiento, la acción afirmativa, el multiculturalismo. Tiende a identificarse con las víctimas. Tiende a estar contra la competición y la violencia, pero encuentra excusas para aquellos izquierdistas que usan la violencia. Le gusta mucho usar tópicos corrientes de la izquierda como «racismo», «sexismo», «homofobia», «capitalismo», «imperialismo», «neocolonialismo», «genocidio», «cambio social», «responsabilidad social». Puede que el mejor diagnóstico es la característica de tender a simpatizar con los siguientes movimientos: feminismo, derechos de los homosexuales, minorías étnicas y discapacitados, derechos de los animales, corrección política. Cualquiera que simpatice con fuerza con TODOS estos movimientos es casi con certeza un izquierdista. Uno que crea que las mujeres, los homosexuales, etc., deben tener derechos igualitarios no es necesariamente un izquierdista. Los movimientos feministas, por los derechos de los homosexuales, etc., que existen en nuestra sociedad tienen un tono ideológico particular que caracteriza al izquierdismo y, si uno cree, por ejemplo, que la mujeres deben tener derechos igualitarios no se sigue necesariamente que uno tiene que simpatizar con el movimiento feminista tal y como existe en la actualidad.
Los izquierdistas más peligrosos son aquellos que están más hambrientos de poder, están frecuentemente caracterizados por la arrogancia o por un enfoque dogmático de la ideología. No obstante, los más peligrosos de todos pueden ser ciertos tipos sobresocializados quienes evitan despliegues irritantes de agresividad y se refrenan de hacer publicidad de su izquierdismo, pero trabajan rápido y discretamente promoviendo valores colectivistas, técnicas psicológicas «ilustradas» para socializar a los niños, la dependencia del individuo al sistema, y todo eso.