La verdad es lo que nos hace libres, además de nutrir nuestra relación directa con el poder del espíritu amoroso eterno de Dios. Todas las formas de negar la existencia de las dimensiones espirituales, en última instancia, generan un daño engañoso en nuestra vida. No podemos rechazar la naturaleza misma de qué y quiénes somos como seres espirituales, y debemos reconocer que estamos compartiendo esta Tierra con muchos otros tipos de fuerzas espirituales. Tenemos un cuerpo físico y una mente , pero están interconectados e intrincadamente enredados con nuestra Alma y Espíritu, por lo tanto, necesitamos integrar todos nuestros cuerpos para ayudarlos a recuperar el equilibrio, para poder sanar el verdadero corazón de la humanidad.