
Necesitamos aprender más sobre los ciclos naturales de la vida. Debemos morir (muerte del ego) para renacer.
Sabemos que en el proceso de la muerte, puede transformarse en algo fértil donde puede tener lugar el crecimiento de una nueva conciencia. Allí, la vida se renueva.
Cuando nuestro espacio mental es separado del sentido del Yo al que nos hemos acostumbrado en el día a día, una experiencia trascendental puede ocurrir. Esta experiencia expande la perspectiva del individuo desatándolos de los enredos de la existencia material.
Cuando la existencia se percibe desde este estado expandido, uno es capaz de considerar conceptos e ideas que están fuera del ámbito de nuestro nivel de conciencia del día a día. A veces descrito como “ver la información cruda codificada en el campo de la realidad” o “ver las cosas como verdaderamente son.”
Percibir esta información pura es a menudo indescriptible por medio de palabras, pero tal experiencia puede llevar a la comprensión de que inherentemente creamos nuestras realidades.
La muerte del ego parece llevar a una mente más abierta, menos propensa a la corriente de pensamientos y emociones habituales. Sin embargo, puede llevar al pánico. Sin la preparación adecuada, dirección, o investigación, la experiencia de la muerte del ego puede ser bastante aterradora. Es importante que como pasajero en este acto de depersonalización, el participante juegue un rol en el proceso y esté abierto al acto de rendirse ante la experiencia mientras se manifiesta. Resistirse y sujetarse a quien uno piensa que es, puede interrumpir los beneficios potenciales de ver el mundo de una nueva manera que está llena de posibilidades.
La integración de la experiencia de la muerte del ego a menudo permite una mayor apreciación por lo que significa estar vivo y por lo que es realmente importante. No más definido por dinero, posición, o rango social, uno puede sentirse, quizá por primera vez, como parte del universo, observando y participando en como el mundo es percibido. Esto puede actuar como catalizador para descubrir la antigua habilidad de sanar y convertirnos en el director de nuestro propio destino.